“Dios no tiene madre”, eso dicen habitualmente los protestantes como argumento para dejar de lado el rol que Dios le ha dado la santísima Virgen María; en tiempos, modernos la ciencia humana ha llegado a producir bebés in vitro, a quienes llaman bebés probeta, y sin llegar a conformarse con ello, algunas personas han llegado a convertir la fecundación en un negocio de alquiler. He aquí, Jesús no nació de un vientre alquilado, Jesús nació del vientre de María, una mujer sin igual.
En las Santas Escrituras, la llegada de Jesús al mundo es un hecho sumamente bien descrito, y se trata de un nacimiento, primero es anunciado y luego se cumple tal como fue profetizado; se encuentra en los libros de Génesis, Salmos, Isaías, Mateo, Lucas, Juan y Apocalipsis.
“Una gran señal apareció en le cielo: una mujer vestida del sol, con una luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba encinta, y gritaba con los dolores de parto y angustias de dar a luz.” Apocalipsis 12,1-2. Antes de pretender que el libro de las revelaciones sea visto únicamente como un texto ubicado en un tiempo futuro, debe precisarse que es un libro con información sobre distintos tiempos, incluyendo el pasado.
¿Vemos una gran señal? “El Señor mismo os dará una señal. Mirad: la virgen encinta da a luz un hijo, a quien ella pondrá el nombre de Emanuel.” Isaías 7,14. ¿Una mujer vestida de sol? Una mujer inmaculada, tan ausente de pecado que resplandece como el sol, Jesús resplandece como el sol durante la transfiguración en Mateo 17,2. ¿Una corona en su cabeza? Una corona es símbolo de reinado, y también es símbolo de reconocimiento sobre la mujer. El mismo texto nos revelará quien es a continuación.
“Ella dio a luz un hijo varón, el que debía regir a todas las naciones con una vara de hierro.” Apocalipsis 12,5. ¿Vara de hierro? Proclamaré el decreto que el Señor ha pronunciado: “Tu eres mi hijo, yo mismo te he engendrado hoy. Pídeme y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra. Los destrozarás con un cetro de hierro, los triturarás como a vasos de alfarero”. Salmos 2,7-9.
Estamos hablando de una mujer muy especial, que ha dado a luz al Mesías, Lucas 1:30 El ángel le dijo: “No tengas miedo, María, porque has encontrado gracia ante Dios.” Dios encontró gracia en María, ¿y los humanos nos sentimos con permiso de despreciarla? ¿No es esto un acto de soberbia de nuestra parte?
Y dijo alzando la voz: ¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y cómo es que la madre de mi Señor viene a mi?” Lucas 1,41-42. ¿Madre? Si, madre. “Tres días después hubo una boda en Caná de Galilea, en la que estaba la madre de Jesús.” Juan 2,1. ¿Madre? Si, madre. Las Santas Escrituras contienen la verdad, María es la madre de Jesús, Jesús es Dios, por tanto María es la madre de Dios.
Jesús no fue creado por una mujer, fue engendrado en ella, y de ese modo, convirtió a esa humilde mujer en su madre. No se le atribuye a María la creación de Jesús, Dios le dio la gracia de llevarlo en su vientre y protegerlo.
¿Por qué rechazan a María? Porque han prestado sus oídos a la serpiente, su enemigo: “Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza y tú sólo tocarás su calcañal”. Génesis 3,15. La serpiente apenas puede morder el pie de la mujer y su linaje; la serpiente tiene su fortaleza en la mentira, en la calumnia, pero está escrito: la cabeza de la serpiente será aplastada.
(Traducción: Nuestra Sagrada Biblia)