Viene el rey justo y victorioso, humilde

Cuando Nuestro Señor Jesucristo entró en Jerusalén fue un motivo de celebración, cada domingo previo a la Semana Santa, la Santa Iglesia Católica conmemora este importante momento en la historia de la salvación, allí y con un nuevo signo el Salvador se presenta. El libro de Juan revela que los discípulos recordaron la profecía después de la Pascua: “Salta de júbilo, hija de Sión; alégrate, hija de Jerusalén, porque tu rey viene a ti: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, joven cría de una asna.” Zacarías 9,9.

En Juan 12,16 se nos muestra que: “Los discípulos no comprendieron estas cosas, entonces; pero cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que habían sido escritas de él y que así habían ocurrido.”

Cada uno de los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento relatan este suceso, escritos con la misma estructura; “y trajeron la borriquilla y el pollino, y Jesús se montó. Muchos alfombraban el camino con sus manos, y otros con ramas que cortaban de los árboles.” Mateo 21,7-8.

Aquel día ya se conocía el nombre de Jesús y también eran conocidas sus obras, y muchos creían en que era el enviado de Dios. Los que iban delante y detrás gritaban: ¡Viva el hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del Señor. ¡Viva Dios altísimo! Mateo 21,9.

Al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió; decían: “¿Quién es este?” Y la gente respondía: “Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.” Mateo 21,10-11.

Los que estuvieron presentes cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos daban ahora testimonio de ello. Por esto también la gente salió al encuentro, pues se habían enterado de que había hecho este milagro. Juan 12,17-18.

Los fariseos se dijeron: “Mirad cómo todo el mundo se va tras de él.” Juan 12,19.

Gritarían las piedras

Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos.” Él les dijo: “Os digo que si estos se callaran gritarían las piedras.” Lucas 19,39-40. Los fariseos no comprendían que el enviado de Dios había llegado, no toleraban escuchar las palabras del pueblo, las mismas palabras que hoy entonamos en la Santa Misa: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

¿Cuantos no soportan la llegada de Cristo? Pero ya estaba predicho por Juan el Bautista: Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29. Felizmente nuestros sacerdotes lo anuncian al celebrar la Santa Eucaristía: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”

¿Cuántos no soportan que la Santa Iglesia Católica y sus fieles conmemoren este día? Si la Iglesia de Cristo no lo hiciera, quizás gritarían las piedras. Nuestro Rey ha venido y está con nosotros hasta el fin de los tiempos, por ello, no perdamos de vista que el Domingo de ramos, la Pascua, así como la Cuaresma deben convertirse en tiempos de verdadera conversión para todos nosotros.

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